Las energías más limpias y sostenibles son aquellas que vienen de las fuentes más numerosas y que podemos encontrar en cualquier lugar del mundo.
Ara Rodriguez
Agua del mar, agua dulce y una membrana de tres átomos de espesor; estos son los ingredientes de la nueva energía limpia que se une a la lista de las renovables que ya conocemos. La energía osmótica, que de momento está en desarrollo por científicos del EPFL, pronto podrá verse desarrollada en cualquier lugar del mundo que disponga de estos tres factores.
En términos generales, la energía eléctrica se produce cuando el agua dulce entra en contacto con el agua salada a través de esta delgada membrana. Los resultados de la investigación, publicada en Nature han determinado que dicha membrana, con características impermeables, es única en su tipo capaz en hacer circular los iones de sal con el perfecto equilibro como para alcanzar la osmosis.
La membrana está compuesta por disulfuro de molibdeno, un elemento de la naturaleza, y “agujereada” con millones de nanoporos a través de los cuales circulan los iones de sal. Hasta que las concentraciones de sal de ambos fluidos no son iguales, su actividad no cesa. Y las corrientes de agua nunca paran, por lo que su producción de energía es infinita. Por tanto, la energía se obtiene a través de la transferencia de electrodos, una fuente limpia y renovable.
La clave del proceso se encuentra, precisamente, en el grosor de dicha membrana; elemento en el que los investigadores han tenido que jugar a la prueba e error. Si era demasiado grande, los iones no circulaban; y lo mismo a la inversa.
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